Imagina que te contacta un cliente. Este quiere ofrecerte un trabajo y tú tienes ganas porque, conforme hablabas, se te iban ocurriendo diseños de camisetas, pegatinas, anuncios, banners, etc. Te encanta el trabajo así que preparas un buen presupuesto.
Lo baja. Pero no te importa. Y empiezas a trabajar con él.
A los dos días, te arrepientes de haberte comprometido. ¡Es un cliente difícil! ¿Te ha pasado?
Seguro que sí, y además es posible que varias veces. Así que vamos a darte las claves para que huyas de esos clientes antes de que se conviertan en una pesadilla personal:
- Es un cliente que le interesaste en el primer momento, pero luego te pone pegas a todo.
- No deja de llamarte, de ponerte mensajes, de preguntarte cosas. Y luego no te ha encargado nada, ni tampoco ha aceptado tu propuesta.
- Tu opinión no cuenta, para él lo que hace, o quiere hacer, es lo bueno, aunque esté equivocado.
- Te pide bajar siempre el precio diciendo que va a ser de largo plazo, que va a darte mucho trabajo, ¡y luego te dejará a la primera de cambio!
- Nunca cumple con su parte, ya sea para pagar, para enviarte información, etc.
Así que, si ves que es así, no hagas negocios con ellos. Y si ya estás con uno…
- Acepta lo que te dice el cliente y lo que te pide, según sus deseos. Al menos así acabarás con el cliente.
- Intenta veladamente explicarle que no es el camino, y marcarle unos horarios para “molestar”. En caso de que siga en sus trece, y no veas que funcione la relación, mejor decirle que no.